>Hace escasos días salía a la luz un video en el que un programa de televisión sueco abordaba la jornada laboral española.
Ante un paisaje de edificios de oficinas de Madrid, el reportero nos presenta un mar de luces encendidas a pesar de que son las a las 20:15, y se pregunta, ¿Pero es que en este país no hay jornada laboral de 8 horas?, ¿Como es posible que sigan aquí si han empezado su trabajo a las 09:00 de la mañana?. Pero una vez dicho esto, comienza a destripar los males de la organización del trabajo en nuestro país, absentismo laboral, ineficiente planificación del horario de comida, establecimiento de jornadas partidas, perdida de tiempo de trabajo en actividades personales, alargamiento injustificado del tiempo que se permanece en oficina como mérito para promocionar, prestar mayor atención a las relaciones sociales que al trabajo en si mismo.
Las estadísticas no mienten, España es el país europeo con una jornada laboral más extensa, el país donde los trabajadores permanecen un mayor tiempo en su lugar de trabajo, pero al mismo tiempo, y por extraño que parezca, somos el país menos productivo de la Europa Comunitaria. Tremendo. En resumen, el trabajo en España es una forma de ocupar el tiempo como otra cualquiera.
En Alemania, llegada la hora de finalización de la jornada laboral, se apagan las luces de la oficina, directamente, los horarios se cumplen a rajatabla y sin embargo no dejan de ser la locomotora europea.
Lo más chocante de todo, es que llevamos meses asistiendo al dialogo social entre sindicatos y patronal, meses de tiras y aflojas sin acuerdo alguno, y donde se ha abordado desde la vigencia de los Convenios Colectivos, al descuelgue salarial, pasando por la indemnización por despido o las medidas de flexibilidad interna, hasta un largo etc. Pero sin embargo, no se le presta atención al drama que supone que día a día se pierdan millones de horas de trabajo, y en consecuencia millones de euros para las empresas (gastos de personal, energía, seguridad, etc), así como millones de horas que esos trabajadores podrían dedicar su familia, sus amistades, la lectura, el ejercicio, o simplemente, el descanso.
¿Seríamos capaces de afrontar la mirada sueca ante nuestro propio espejo sin convertirnos en piedra, como si vieramos a los ojos de Medusa? Os reto a descubirlo mirando el breve video de la mirada sueca. ¡¡Olé!!
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